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Es posible, claro, que Higuaín, aunque invitado, haya preferido acostarse temprano, porque estaba recién repuesto de una amigdalitis. O también es posible que Maradona le haya llamado para decirle que lo admira pero que sería mejor que se quedara en casa, para no contagiar a los otros invitados.

Sí, es posible, pero sospecho que Higuaín sigue castigado por su negativa a integrar el plantel sub 20 que ganó el Campeonato Mundial en Canadá, aventura en la que descolló Sergio Kun Agüero, el yerno de Diego.

El jugador alegó que necesitaba un descanso, pero en el ámbito futbolístico se tuvo la sensación de que él quería su ingreso directo a la selección mayor, tras optar por representar a Argentina en vez de Francia, su país natal.

En el restaurante De María, de Majadahonda (enfrente de la Ciudad Deportiva del Atlético de Madrid) estuvieron, además de Maradona y uno de sus ayudantes, Mancuso, los futbolistas Gago y Heinze (Real Madrid), Agüero y Maxi Rodríguez (Atlético), Díaz y Abbondanzieri (Getafe).

Es probable que algunos comensales se hayan contagiado de la faringitis galopante que ya sufría Agüero (los síntomas se manifestaron, según dicen, poco después de la cena), de modo que se habría hecho justicia poética.

Un seleccionador debe seleccionar, por supuesto, y esto supone una fuerte dosis de arbitrariedad, pero el curioso detalle del Higuaín que no ladra sugiere que Maradona se propone reiterar como entrenador uno de sus rasgos de carácter más llamativos como jugador.

Exigirá una subordinación total, ciega. Los personajes de este tipo, ya se sabe, suelen confundir respeto con obsecuencia.

Higuaín es grande, habilidoso, con gol y un carácter enérgico, tenaz. De los cinco invitados por Maradona el otro día, Agüero es el único que lo supera en talento.

Cualquier entrenador haría todo lo posible para tenerlo en su equipo, pero Maradona no es un entrenador cualquiera.

Todos saben que Diego no tiene experiencia como entrenador, que le falta la disciplina, la capacidad de trabajo y la sangre fría de los grandes del banquillo: se supone que su mayor virtud como seleccionador argentino es devolverle al plantel las ganas de jugar con la albiceleste.

En una época tan acelerada como ésta, en que los seleccionadores nacionales apenas disponen de unos días para preparar a sus equipos, muchos creen que es más importante la capacidad de inspirar que la de entrenar.

Eso está por verse, claro, y el caso de Maradona será seguido con mucha atención en otros países.

(Todavía está fresco el fracaso de Hugo Sánchez al frente del equipo mexicano. El gran Hugo tiene una personalidad tan fuerte como la de Maradona y también exige subordinación total, pero el plantel no le respondió. Tal vez Diego debería llamar a Hugo para no repetir errores.)

Poco después de ser nombrado seleccionador, cuando le preguntaron sobre Higuaín, Maradona dijo que tenía las puertas abiertas, pero que debería "demostrar" su compromiso con el seleccionado y la camiseta.

Está bien. Pero nadie puede mostrar compromiso con el equipo si no es convocado. Al seleccionado, tan manso en sus partidos de clasificación, le vendría bien un jugador de las agallas y el amor propio de Higuaín.

¿O es que Maradona espera un gesto público de subordinación?

Tal como pintan las cosas, Higuaín no estará en el Mundial de Sudáfrica 2010.

¡Cruz diablo! Y si Maradona no es capaz de inspirar a sus hombres, es posible que ni siquiera Lionel Messi esté en el mundial.

Y eso sí que sería una pérdida de todo el ´Úú³Ù²ú´Ç±ô.