Si Dios no convence a todos, cómo esperan que yo lo haga, dijo Cristiano Ronaldo a su entrevistador, José Sámano, de El PaÃs.
No es una frase inocente, como tampoco lo es la ostentosa demostración de fe religiosa de su compañero Kaká, que ha extendido a los jugadores del seleccionado brasileño, chicos que ni asoman la nariz por una iglesia pero aprovechan el efecto inspirador de la oración en las ocasiones importantes, cuando conviene tener a Dios de nuestra parte.
Cristiano Ronaldo está al borde de la megalomanÃa. Ya ha dejado atrás a Kaká y a Messi, simples mortales: a él sólo le viene bien la comparación con Dios. Si éste no jugó bien su primer partido, cómo se atreven a exigirle perfección a él, que (por el momento) no está a esa altura.
Yo creo que Dios, si existe, tiene entre manos cosas mucho más importantes que el resultado de un partido de ´Úú³Ù²ú´Ç±ô. Solicitar, en público, el auxilio divino en el deporte, implica pedir a Dios que intervenga en nuestro favor y perjudique al adversario. Es jugar con ventaja.
En otras palabras: es hacer trampa.
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La tabla de posiciones de la Premier League es para frotarse los ojos: ¡Spurs al frente, con tres jugados y tres ganados, dos como visitantes!
Y el farol de cola (como dicen los españoles), con un rotundo cero, es el Everton, equipo a cargo de uno de los mejores técnicos de la liga.
El Chelsea iguala en puntos con el Tottenham Hotspurs (también un partido ganado como local y dos como visitante), pero queda rezagado por la diferencia de goles: seis para Spurs, cinco para Chelsea.
Arsenal está tercero, con dos victorias en dos partidos, lo mismo que el Manchester City (quinto), pero con la notable diferencia de que sus victorias han sido goleadas, mientras que el City ha sufrido en las suyas.
El Manchester United, con tres partidos, dos victorias y una derrota, está en cuarto lugar, porque su diferencia/gol (5) es mejor que la del City (3).
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La ±è´Ç±ôóپ±³¦²¹ es uno de los hilos más importantes en la trama del fenómeno deportivo.
Hasta podemos proponer un juego de verano: encontrar el interés polÃtico oculto en acontecimientos que, en la superficie, aparecen como exclusivamente deportivos.
En la mayorÃa de los casos la conexión es evidente.
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Michael Schumacher tiene mucho que perder con su retorno a las carreras de Fórmula 1, dicen algunos. Otros creen que su lugar en la historia ya está asegurado y que no necesita ganar otra carrera para salir airoso.
El propio MS no está convencido: su apoderado y hombre de confianza, Willi Weber, le aconsejó en todos los tonos que no se arriesgara, pero su compromiso con Ferrari es demasiado fuerte para no escuchar el llamado de Luca Cordero di Montezemolo, el hombre fuerte de Fiat.
A esta ambivalencia atribuyen por allà la noticia de que el alemán tiene una lesión en el cuello que podrÃa impedirle participar en el gran premio de Valencia, entre el 21 y el 23 de agosto.
Un cuello muy dolorido harÃa imposible el retorno, ya que la fuerza centrÃfuga en las curvas requiere una capacidad muscular superior a la normal.
La lesión existe, al parecer, pero se cuestiona su seriedad: muchos sospechan que se ha exagerado porque serÃa la mejor explicación si MS comprueba, en estos dÃas, que no puede recuperar su forma de carrera.
(La lesión se confirmó luego de publicar esta entrada y el propio Schumacher anunció que no volverá a las pistas)
Una cosa es invocar una lesión y otra muy diferente admitir que ya no es capaz de mantener un tren de carrera, que su concentración flaquea y que no puede estar a la par de Kimi Raikkonen, el otro piloto Ferrari.
Lo más probable es que el alemán todavÃa pueda darle dolores de cabeza al más rápido de la categorÃa, a pesar de su barriga, su prolongada inactividad y sus 40 años.
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Estos mundiales de natación, que acaban de finalizar en Roma, dan para el aplauso y también el fastidio. El aplauso a atletas como Michael Phelps y César Cielo, el fastidio ante la rémora de los bañadores tramposos.
La imagen que mejor representa el choque de valores que caracteriza al deporte es la de Phelps, cuando se da cuenta de que ha ganado la final de los 100m mariposa con marca mundial. Levanta sus manos, arrastrando agua, sus bÃceps en exhibición, su boca contraÃda en una mueca, sus ojos fijos en el reloj, el perfecto retrato de un campeón tras su gran triunfo.
¡Ha superado la barrera de los 50 segundos en los 100m mariposa!
Una hazaña comparable con la de Jim Montgomery en los OlÃmpicos de Montreal 1976, cuando superó la barrera de los 50' en los 100m libres.
(Montgomery utilizó entonces un bañador de nylon, que le dio ventaja sobre atletas que utilizaron trajes de textiles naturales, o eso dijeron algunos, prefigurando la polémica que ha desgarrado la natación de hoy.)
El detalle contrastante, en la foto de Phelps, es el bañador, un Speedo que a partir del 1 de enero estará prohibido en las pruebas oficiales.
Desde el año que viene sólo se podrá utilizar bañadores de tejidos naturales, poniendo fin a un festival de "hazañas" y récords que comenzó en febrero de 2008, cuando fueron autorizadas las sustancias no naturales.
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