El partido de vuelta de la Supercopa, en el Camp Nou, fue
mejor aún que el primero, pero con una sublime actuación de Messi (que en el Bernabéu se limitó a jugar muy bien), anotando dos goles para enmarcar y creando el primero, de Iniesta, en la victoria del Barça 3-2, con un agregado de 5-4 sobre el Madrid.
Pero los programas de TV y radio, los sitios de internet y los diarios de hoy, alrededor del mundo, sólo hablan de los vergonzosos episodios desatados cuando Marcelo derribó brutalmente a Fábregas, provocando su expulsión, asà como las de Ozil y Villa, que ya habÃan sido reemplazados por sus técnicos.
Lo peor fue la agresión de Mourinho, el técnico blanco, a Tito Vilanova, el ayudante de campo de Guardiola: se le acercó por detrás y le metió un dedo en el ojo. Con alevosÃa, como dicen las crónicas policiales.
Después se burló en sala de prensa, pretendiendo que no lo conocÃa y cambiando su nombre ("¿Pito Vilanova?"). Por supuesto que no se disculpó.
En su juego, el Real Madrid está demostrando que se acerca al nivel del Barça. En el terreno de las maneras de su técnico, está tocando fondo.
La pena es que todos hablan de esto, dejando de lado lo realmente importante: el ´Úú³Ù²ú´Ç±ô, del Madrid, del Barça y, por encima de todos, de Messi, que prepara otra temporada para la leyenda.
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