Federer, tan raro como un bosón de Higgs
Serena Williams volvió a ganar Wimbledon: su quinto título individual y, cinco horas después, su quinto título en dobles, acompañada por su hermana Venus.
Llama la atención que ambos campeones hayan sido descartados por muchos comentaristas, no una sino varias veces, como figuras declinantes, de ayer, de esa penumbra en la que inevitablemente deben entrar, por grandes que sean.
Ellos se resisten, como quería Dylan Thomas: "No entres dócilmente en esa buena noche,/ Que al final del día debería la vejez arder y delirar;/ Enfurécete, enfurécete ante la muerte de la luz."
El número 1 les viene a estos dos campeones como anillo al dedo: es lo que les pertenece. Cuando reciben los trofeos no es con una mirada de descubrimiento, sino de reconocimiento, como saludando a un viejo amigo.
Deporte y carácter
El deporte forja el carácter, dicen algunos; no, el deporte revela el carácter, dicen otros. ¿Importa la diferencia? ¿No es la misma cosa mirada desde ángulos opuestos?
Estamos acostumbrados a la sonrisa serena y satisfecha de Federer tras una victoria, pero todavía nos duele ver el rictus de Murray tras una derrota: ¿es reconocimiento de su condición subalterna o rebeldía porque sabe que él es otra cosa, un campeón que todavía debe encontrar su momento?
La foto de Gadaffi
El célebre periodista egipcio Mohamed Heikal recordó hace unos días en Londres una anécdota luminosa: en 1969, inmediatamente después de tomar el poder en Libia, Gadaffi pidió a El Cairo que enviara como representante especial a Heikal, el único egipcio del que no desconfiaba... todavía.
Gadaffi lo recibió en el aeropuerto y la fotografía del abrazo (con Gadaffi de espaldas) apareció en Al Ahram, el diario de Heikal. Un par de días después, en una conversación privada, Gadafi le confesó su desconcierto, porque, dijo, "di vuelta la página para ver la fotografía de frente... y no estaba allí. ¿Por qué?"
Heikal aclara que no fue un chiste de Gadafi, sino un rasgo de su aislamiento cultural, de su falta de roce y conocimiento del mundo al que ingresaba.
Esta anécdota circula desde hace mucho tiempo. En otra encarnación, en otro país, yo mismo, sin saber que era de Heikal, la utilicé en una columna DZíپ.
Volver la página
Aplicada al deporte, se puede decir que Federer no necesita volver la página para identificarse, o que si lo hace allí aparecerá, como no, la misma fotografía de frente, con la misma sonrisa de siempre, sosteniendo el mismo trofeo.
Andy Murray, de espaldas, tras caer derrotado en Wimbledon.
Esta victoria de Federer, esta derrota de Murray, tienen algo de fatal, en el sentido de hado, de destino inevitable.
Los británicos, los ingleses en particular (el tenis "es inglés", los escoceses lo han abrazado recientemente), se duelen porque el último varón en ganar Wimbledon fue el gran Fred Perry... hace 76 años. Y el último finalista, hasta el domingo, fue Bunny Austin, hace 74 años. ¿Cuánto más deberán esperar?
¿Se puede?
En realidad, el domingo amaneció con buenos presagios, porque un británico, Jonny Marray (increíble la semejanza de los apellidos) había ganado el sábado, junto a un danés, el doble de varones.
"¿Ven que se puede?" Esa era la impresión general. La reventa de entradas para la final se fue a las nubes: si querías un par de billetes para impresionar a tu chica debías vender la Ferrari para pagarlos.
Y ahora, tanto Murray como los aficionados británicos vuelven la página... y se encuentran con la sonrisa de Federer, abrazado a su copa, o el salto de Serena Williams, sosteniendo su plato, su bandeja, su orgullo.
El bosón de Higgs
"Un ganador autóctono de Wimbledon es tan raro como un bosón de Higgs", dijo un gracioso de pub en nuestra tertulia del fin de semana.
Una mujer, Virginia Wade, lo logró en 1977. Entre los varones, Perry lo hizo en 1936.
Cuenta la leyenda que Perry, cuando un adversario hacía una gran jugada, le gritaba en tono entre burlón y serio: "Oh, qué tipo más listo". Y muchas veces esto desarmaba la confianza del rival.
Perry era de los que no necesitaban volver la página para conocerse.
También él, como Nadal y Djokovic, era un bosón de Higgs.
Y Federer, claro, que es EL bosón de Higgs, porque le da masa al tenis, un deporte que sin su genio y su trayectoria sería mucho más liviano.
ComentariosAñada su comentario
Sospecho que la gran diferencia reside en que hombres como Federer siguen siendo grandes, aunque dejen de ser campeones. Hay algo en ellos de esa serena aceptación de las cosas propia de ciertas vertientes del budismo zen.En ellos la grandeza- o lo que otros llaman el éxito- es un estado de la vida, no un objetivo a alcanzar. Por eso es imposible perderla.
En su defecto, otros que no son grandes se imponen el objetivo de serlo. Al final, ante la imposibilidad de conservar esa grandeza de artificio, devienen una forma perpetua de la ansiedad y la soberbia. Dicho de otra manera : Los grandes saben perder. Los otros se dan de cabeza contra las paredes.
Estimado Gustavo,
Tengo la impresión de que esa grandeza que mencionas también tiene que ver con el conocimiento de uno mismo. Te has probado y te has encontrado válido, noble (en el buen sentido de la palabra), entero. En el caso de Federer, esa serenidad, esa luminosidad, se refleja en su deporte… y nos deja pasmados.
Soy admiradora de Roger Federer no solo como tenista -el mas grande- sino como deportista.
Federer el mejor tenista de todos lod tiempos
Completamente de acuerdo con la apreciación de Federer (me incluyo entre quienes pensaban que estaba acabado), es de esos singulares deportistas que como en el mundo del úٲDZ, escasean, capaces de hacer la diferencia con un par de jugadas y sin apenas “despeinarse”. Nunca mejor dicho para el suizo, que siempre me ha llamado la atención la naturalidad y aparente tranquilidad con que ganaba los partidos, a diferencia del juego mucho más físico y sacrificado de otros como Nadal o Djokovic. Creo que Federer se parece mucho a Sampras, si la memoria no me falla.
Pero por encima de su juego exquisito está su grandeza como deportista, no recuerdo haberle visto perder los estribos (al menos no de forma chirriante) ni en sus peores partidos, ni arrogante en sus mejores exhibiciones. Como buen suizo, mucho carácter, mucho aplomo.
El dato de que los ingleses o británicos no ganan una final hace muchísimo en Wimbledon es muy llamativo (debe ser especialmente vergonzoso en casa), ¿a qué se debe este fenómeno? ¿no tienen cantera o no hay interés de los chavales?¿la posibilidad de ganar tanto dinero no es aliciente? Es curioso también que los norteamericanos no tengan un representante de calidad desde los tiempos de Agassi, y ni hablar de los australianos. Al contrario, hay gran interés por el tenis en España: como dato, solo la isla de Mallorca está plagada de canchas de arcilla, que tuve la oportunidad de ver personalmente y estuve a escasos kilómetros de conocer en vivo a Rafa Nadal en su ciudad natal de Manacor, je je.
wow que honor comparar al gran Roger con uno de los descubrimientos mas grandes del siglo 21.....definitivamente Roger demostro una vez mas que las "casillas" no estan hechas para el....el simplemente hace lo mejor que sabe hacer, jugar tennis de una manera unica, serena y con pases que te dejan sin aliento....la broma que hizo Andy Murray al final: "well you have your best chance Andy Roger is more than 30...." Roger deja ese sentimiento de ver el mejor tenis del mundo con tanta clase y elegancia como solo el puede hacerlo...su calma y tranquilidad al recibir el trofeo, el dejarse caer al piso por su séptimo Wimbledon, no es algo que veamos todos los dias.....Gracias Roger por enaltecer este deporte!! Gracias Lalo..saludos desde Francia..