Benítez y el estigma del buitre
La hostilidad se manifestó con tanta claridad durante el Chelsea 0-0 Manchester City del domingo que no dejó dudas: se podía escuchar, muy cerca, el sonido de los afiladores, aguzando los puñales.
No lo ayudó, por supuesto, la mediocre actuación de sus jugadores más dotados: Juan Mata, Oscar, Hazard y en particular Fernando Torres, cuyo mal momento se ha convertido en un martirio.
(Nuestros colegas de ý Mundo ya informaron sobre otros temas de actualidad: el apasionante desenlace de la temporada de F1, en Brasil, con Sebastian Vettel ganando el título mundial con tres puntos de ventaja sobre Fernando Alonso; y los 11 puntos que ahora separan al Barcelona del Real Madrid, con el Atlético de Madrid surgiendo de repente como una alternativa al título de La Liga.)
Nos queda el carrusel de técnicos, con Benítez en el Chelsea, Harry Redknapp en el Queens Park Rangers y las versiones periodísticas sobre el futuro de Pep Guardiola (Brasil, Chelsea, City, PSG, AC Milan, Arsenal, Bayern... ¿Cuál otro, Tombuktú FC?) y de José Mourinho, el revulsivo del mercado.
Detractores y admiradores
Benítez tiene una personalidad desconcertante, con tantos admiradores como detractores.
Como es habitual, los detractores son más ruidosos, en particular José Mourinho, que ha convertido al español en uno de sus blancos favoritos (vean en internet las burlas que el portugués compartió en su momento con Maicón y Matterazzi, dos de sus confidentes en el Inter).
Otro crítico inflexible es Alex Ferguson, que tiene la agresividad de Mourinho y hasta algo de su malicia, como lo demostró al saludar la llegada de Benítez al Chelsea diciendo que demostraba su "buena suerte", porque una vez más aprovechaba el fruto del esfuerzo de su predecesor.
Aludía, con esto, a que Benítez había heredado el Inter del triplete, creado por Mourinho, así como ahora el Chelsea consolidado por Di Matteo.
También se suele señalar un supuesto déficit en el plano de las relaciones personales y profesionales con sus jugadores, atribuible, según quienes lo conocen, a su carácter obsesivo: le cuesta aceptar que los futbolistas no compartan su compromiso con el úٲDZ y el club que los tiene contratados.
¿Quién será el próximo?
En Londres muchos creen que, en los designios de Roman Abramovich, el propietario/dictador del Chelsea, el papel de Benítez consiste en mantener tibio el asiento del hombre providencial que llegará la próxima temporada.
Un día ese mesías es portugués, otro día es catalán: el multimillonario ruso da la impresión de correr en círculos mostrando la billetera y haciendo promesas a personas que se detestan mutuamente.
Y los técnicos, claro, observan desde las alturas, como... como buitres, para recoger un símil muy común.
El vuelo del buitre
"Estos entrenadores son como buitres sobrevolando la carroña": lo escuchamos hace un montón de años en boca de Raimundo "Mumo" Orsi, subcampeón olímpico en 1928 (con Argentina) y campeón mundial en 1934 (con Italia), entrenador por entonces del Deportivo Maipú, de Argentina.
Fue en casa del representante en aquella época de Boca Juniors en Mendoza. Lo dijo entre bromas, claro, refiriéndose a un grupito de candidatos a relevar a un entrenador en apuros, pero la imagen de los buitres sobrevolando la carroña es compartida por muchos aficionados alrededor del mundo.
En realidad, la imagen de Benítez es particularmente mala en Stamford Bridge debido a algunas declaraciones ofensivas que lanzó desde Liverpool, un antecedente que en Inglaterra es doblemente importante porque no hay muchos casos de técnicos dirigiendo a más de un club importante.
También tiene su importancia el hecho de que Di Matteo se había ganado en buena ley el afecto de los aficionados, y que Benítez aguardó durante dos años que se presentara una oportunidad en un club importante, en el que pudiera aspirar a títulos.
Los comentaristas ingleses coinciden en que una de las tareas más importantes de Benítez consistirá en rescatar a Torres de su crisis de confianza, protegiendo el orgullo del propietario, que según versiones decidió la compra del español contra la opinión de su técnico de entonces, Carlo Ancelotti.
(Del mismo modo que decidió la malhadada compra de Shevchenko contra la opinión de Mourinho.)
Velocidad y rapidez
En Inglaterra son mayoría quienes comparten el juicio de Fabio Capello, quien ha dicho que a los 28 años Torres ha perdido velocidad y el filo de su juego, tal como le ocurrió en su momento a Michael Owen, otro goleador sin goles.
Benítez no está de acuerdo. Asegura que el problema es que en el Chelsea los jugadores que deben abastecer de pases a Torres, o sea Mata, Hazard y Oscar, juegan en posiciones relativamente adelantadas, que no convienen tácticamente a la posición en la que se mueve el español.
Explica que el problema de la velocidad depende de las colocaciones relativas de los jugadores en el campo y que la solución consistiría en que Torres aprenda a identificar posiciones de proyección más cercanas al área: de esta forma el atacante sería más rápido sin correr con más velocidad.
Suena simple pero es complicado, porque el "problema Torres" también tiene una ecuación psicológica que no se resuelve con un par de cálculos.
ComentariosAñada su comentario
Mi querido don Lalo. En la fauna de los entrenadores de úٲDZ se mueven toda suerte de especímenes. Desde el tipo con discutibles aptitudes técnicas pero dueño de un carisma capaz de seducir de entrada a aficionados y dirigidos, hasta el estudioso don dotes de científico pero incapaz de transmitir su mensaje en los camerinos. Los expertos en la conducta califican a los primeros como motivadores y a los segundos de poco asertivos. Sutilezas aparte, hombres como Benitez y la legión de los de su estirpe consiguieron buenos resultados en algún momento de sus carreras y se quedaron viviendo de ese prestigioso por los siglos de los siglos. Quizá el caso más recordado sea el de César Luis Menotti. Ganó un título con ese extraordinario Huracán de 1973 ( sí: el de Brindisi, Houseman y Babington) luego hizo lo propio con la cuestionada Argentina del mundial 78, más tarde consiguió el mundial juvenil del 79 con Maradona a la cabeza de la legión de honor y pare de contar: nunca volvió a conseguir algo de ese nivel y más bien terminó refugiado como conferenciante en eventos académicos relacionados con el úٲDZ. Quizá Benitez esté a punto de seguir sus pasos.
Es increible lo que han hecho con Di Matteo. Lo de Villas Boas tambien fue un manoseo, pero sus resultados no eran buenos, mientras que Di Matteo habia conseguido el apoyo de sus jugadores, ademas del publico, una hazana que no es frecuente. Y ahora lo echan... No se que decir de Benitez, por supuesto que conoce su oficio, pero no se si resistira la presion que le caera encima. All the best!
Concuerdo en que Benítez estará para calentar el asiento del que vendrá después, a menos que se gane a la afición “blue” a punta de resultados. Nunca ha destacado por imprimir a sus equipos un juego brillante, es otro maestro más del catenaccio. Si Di Mateo se ha vuelto un ídolo es por haber ganado la Champions, de lo contrario no hubiera durado tanto, máxime en un club tan susceptible a los caprichos de su dueño, que en cinco años ha despedido a siete entrenadores, de acuerdo a Espn.com.
Lo que no entiendo es cómo Benítez se ha animado a jugarse el pellejo en un equipo donde la afición lo detesta, además de que las circunstancias no son de las mejores (no hay margen para el fallo). Seguramente estaría desesperado por volver a trabajar en un club grande. Dos años sin dirigir es mucho para tipos obsesivos. O es que cuando el “hambre” aprieta, la dignidad y los principios se dejan a un lado. Estupenda la metáfora de los buitres.
Estimados Gustavo, Ángel y José,
-Menotti no gano muchos títulos pero hizo escuela, de la buena quiero decir. Es uno de esos raros personajes que hablan mucho pero nunca lo parecen, porque sus oyentes esperan aún más.
-Di Matteo pago el pecado de no ser famoso e influyente. En el ámbito futbolero casi todos los propietarios y dirigentes son muy inseguros y apuestan por la fama.
-Benítez ha ganado lo suficiente como para esperar una buena oportunidad. Así razonó en su retiro, ¿y quien se lo puede reprochar?