El frágil oficio de periodista en tiempos de guerra
Ante todo me uno a quienes exigen el respeto por su vida y su pronto regreso a casa. Pero de ahí en adelante todo se torna complejo por las circunstancias en que su nombre se convirtió en noticia.
El pasado sábado 28 de abril Langlois fue retenido por las FARC en medio de un combate con el ejército colombiano. El periodista acompañaba a un grupo antinarcóticos que fue atacado por la guerrilla. Según varias versiones, en medio del combate, Langlois decidió correr hacia el lugar donde estaba la guerrilla para identificarse como periodista y salvar su vida.
Su vida por lo pronto la salvó. Un agente de policía y tres soldados murieron mientras que cerca de 20 uniformados terminaron heridos.
Aquí empiezan los interrogantes. ¿Está bien acompañar al ejército en una misión antinarcóticos? ¿Se pierde objetividad e independencia periodística? ¿Se convierte el periodista en objetivo militar? ¿Si no viaja con el ejército cómo puede garantizar su seguridad en zonas de combate? ¿Si se acepta tácitamente que está bien viajar con el ejército significa entonces que también está bien viajar y acompañar a la guerrilla en operaciones militares?
Si se viaja con el ejército ¿está bien vestir prendas militares?, como aseguran las FARC en su último comunicado que estaba vestido Langlois, aunque nada de esto ha podido ser confirmado independientemente.
Todo esto me hace recordar una entrada a este blog de mi colega Juan Carlos Pérez, cuando contó cómo con la invasión a Irak en marzo de 2003 para él se produjo "uno de los cambios más profundos en la manera de cubrir conflictos armados en Occidente. Un cambio que muy pocos denunciaron o destacaron: el de los periodistas "incrustados" (así se decidió traducir el término de embedded journalists).
Yo no creo que un periodista pierda necesariamente independencia por un operativo militar. Lo que pierde, sin duda, es seguridad. Si viaja con una de las partes del conflicto es claro que corre el riesgo de quedar identificado con uno de los bandos en medio de un combate.
Pero más allá de estas divagaciones lo que resalta el caso de Langlois es la dificultad que tienen los medios para acceder a información de primera mano en tiempos de conflicto.
El que quiera -como Langlois- estar en el lugar de los hechos tiene en su mano una baraja complicada. En el caso colombiano se reduce a tres posibilidades: viaja con el ejército, acompaña a la guerrilla o paramilitares, o se mete solo sin tener pistas de ninguna clase sobre por dónde vienen los tiros.
Después de la elección que haga (todas respetables a mi modo de ver) tiene enfrente un obstáculo quizás aún mayor y del que poco se habla: superar la estrategia mediática del grupo con el que decida viajar.
Y es que no hay que olvidar que en la guerra contemporánea una de las estrategias esenciales de los ejércitos es la mediática. Cada quien quiere contar el lado de su historia. Cada quién tiene un interés particular y hará lo posible para que el periodista de turno le compre su manera de pensar.
Por eso nunca me canso de repetir que la primera pregunta que se debe hacer siempre un periodista es: "¿por qué me están contando esto?", "¿por qué me están llevando con ellos?..."
Esperemos que en breve Roméo Langlois nos lo cuente a todos.
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No comprarto el titulo de su artículo, pero sí todo el contenido.
En Colombia no hay guerra sino 46 millones de personas de paz, acosadas por 35.000 delincuentes armados.
Señor Alvarez. No sé de donde es usted, pero si estuviera un poco informado de las atrocidades de las farc, no le parecería "respetable" acompañar a esa horda de delincuentes a una amboscada con minas al ejército colombiano. Le pido respeto a los colombianos que tenemos que padecer los estragos de estos salvajes que actúan en su propio nombre y lucro. Gracias.
De acuerdo. Una de las grandes preocupaciones a tener presente en este tipo de cobertura es hacer un trabajo profesional y no convertirse en parte del aparato mediático de quienes están enfrentados. Las preguntas que sugieren me parecen pertinentes.
si como periodistas nos vamos solos a buscar la noticia en estos lugares de todas maneras estamos exponiendo nuestras vidas, lo que se busca es un apoyo con el ejercito colombiano para poder tener entre comillas un poco de protección, por esto tu forma de ver las cosas no cambian.
Bueno, bien
Primero que todo veo que no tienes ni idea del conflicto Colombiano.
Segundo cambiaria la palabra “retenido” por secuestrado, lo que hacen estos señores narcoterroristas de las FARC son actos delictivos, no ha pasado mucho tiempo de sus promesas de no secuestrar y ahora quieren intercambiar a Langlois
Al ver el documental publicado por él "Pour tout l'or de Colombie"
(https://www.youtube.com/watch?v=-IrO299QClc) y luego leer la noticia del ex presidente Uribe "R. Langlois era un periorista muy grosero"
(https://www.semana.com/nacion/uribe-dice-frances-romeo-langlois-periodista-muy-grosero/176874-3.aspx), uno empieza a dudar de quién lo tiene realmente, si la guerrilla o facciones paramilitares aún vivas, las Bacrim. Esta es una situación difícil que los medios deberían cuestionar, porque Langlois estaba llevando a cabo un trabajo muy importante en el país, al poner en evidencia los hechos mostrados en el documental. Sugiero que los medios serios, como este, hagan un análisis más detallado al respecto.
Respeto su profesión señores periodistas, pero con esta irresponsabilidad del señor LANGLOIS me parece que nos están irrespetando, a varios de nosotros, colombianos que sabemos que es perder un amigo por la narco violencia que nos tocó vivir a muchos, siendo adolescentes, que sabemos que es tener “territorios prohibidos” en nuestro propio país de cuenta de esta guerra cruel… y los señores periodistas extranjeros vienen con ganas de ganarse un Pulitzer y van y se ponen de carne de cañón para que luego la opinión pública los convierta en héroes sin analizar algunos aspectos sobre tales actos tan irresponsables. Esto no es un juego es una realidadad horrible para los colombianos y nosotros que pagamos impuestos para que se libre esta guerra absurda, que hemos puesto los muertos, que somos prisioneros en algunas zonas de nuestro territorio, nos corresponde también invertir el tiempo, los recursos, la energía en esclarecer que pasó con un periodista que en su afán de “contar la guerra” se hizo secuestrar. Quieren señores periodistas extranjeros saber que es la guerra? Fácil, váyanse a cualquier semáforo de este país y hablen con los desempleados, desplazados, heridos, mutilados y locos esquizoides que hay, sepan que todos somos producto de este conflicto armado, pero sobre todo que lo SUFRIMOS y ahora por la infinita irresponsabilidad y amarillismo de unos lectores en otro lado del mundo, para quienes esto no pasa de ser algo horrible y luego se van a llorar su crisis del euro, nosotros somos una curiosidad periodística y para sus periodistas una NOTICIA. Respeto por nosotros, respeto por lo que escriben porque es sobre nosotros, la vida de nuestra gente, nuestras historias, cuenten la verdad, pero cuentenla TODA. Y sobre todo por respeto a nuestra historia trágica no se victimicen también ustedes señores periodistas, no hay necesidad... mas bien ayudennos a construir un país sin delincuencia armada de ninguna clase y que los pocos recursos que tenemos sean invertidos en escuelas, en carreteras, en hospitales o en saber donde están los que nos faltan por volver...