Ya es una costumbre a esta altura del año: en abril, cuando se disputan los cuartos de final y quedan perfiladas las semifinales de la Liga de Campeones Europeos, todos nos maravillamos/o celebramos/o lamentamos (tachar lo que no corresponda) que los equipos italianos/o españoles/o ingleses dominen con tanta comodidad el fútbol europeo.
Ahora es el turno de los ingleses: todos han tomado nota de que la Premier League se está habituando a colocar tres equipos en semifinales.
Los italianos dicen que esa realidad se debe a la riqueza de la liga inglesa, sostenida por los cuantiosos ingresos de la televisión, buenas recaudaciones e inversiones especulativas de diversos multimillonarios.
Silvio Berlusconi, propietario de Italia y primer ministro del AC Milan (ejemm... inviertan esas atribuciones), tiene una teoría complementaria: cree que los grandes clubes italianos dan ventaja porque carecen de estadio y deben compartir las arenas municipales con sus rivales locales.
Las grandes empresas, según explicó recientemente Adriano Galliani, el fiel colaborador de Berlusconi, no quieren invertir en el San Siro por cuenta del Milan o del Inter, porque todas las semanas deberían cambiar la infraestructura publicitaria.
Qué extraño: en los años de Sacchi y Capello, cuando el Milan arrasaba en los torneos europeos, también compartía el estadio con el Inter y eso no constituía, al parecer, un grave inconveniente.
Galliani quiere decir que ahora, cuando el dinero es ajeno, el factor económico es más importante que cuando el dinero era del Milan.
Algo discutible, por lo menos.
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