Hace unos d铆as conoc铆 a una anciana que camina las calles de La Habana recogiendo latas vac铆as de cerveza y refrescos para buscarse un dinero extra que le permita llegar a fin de mes. Le pagan $8 (US$0,33) por cada kilogramo que entrega.
La abuela trabaja todo el d铆a porque para ganar un d贸lar necesita recolectar 228 latas. Llegar a fin de mes con los US$78 de la canasta b谩sica es imposible, implicar铆a recoger casi 18.000 latas, unas 600 diarias laborando sin descanso semanal.
A pesar del magro ingreso, el n煤mero de personas dedicadas a esta actividad crece r谩pidamente. Cumplen una doble funci贸n, recuperan materias primas y limpian las ciudades de residuos contaminantes.
Es cierto que en otras partes del mundo tambi茅n hay gente recogiendo materiales reciclables y es verdad que los "buzos" cubanos gozan de algunos beneficios sociales que no tienen sus pares latinoamericanos como salud p煤blica o educaci贸n para sus hijos.
Pero parece que algunos creen que se trata de una actividad sumamente lucrativa y para evitar que estos ancianos se hagan ricos comenzaron a exigirles que paguen una licencia como trabajadores por cuenta propia.
"Hacienda somos todos", dec铆a una publicidad espa帽ola, tratando de convencer a los s煤bditos para que paguen sus impuestos. Y es verdad que pagarlos es un deber ciudadano, pero cobrarlos con justicia es un deber del Estado.
Mientras exprimen los 铆nfimos ingresos de estas personas, en mi barrio se gastaron millones de d贸lares en construir una central el茅ctrica que desde hace un a帽o no se enciende debido al ruido y las vibraciones que afectan a los vecinos y las edificaciones.
驴Y con qu茅 se pagan estas chapuzas?, pues con el dinero que pretenden arrebatarle a las ancianas recogedoras de latas. No se trata de una simple an茅cdota, es la esencia de lo que est谩 ocurriendo en este momento.
Esos son los temas que importan a los cubanos y por ende los que seguramente debatir谩 el Congreso de los Comunistas. Es una excelente oportunidad para darle un impulso a una reforma que avanza con timidez de adolecente.
Pasan a帽os de debates, discusiones y negociaciones pol铆ticas antes de aprobar la compra-venta de casas o autom贸viles, tal y como si del traspaso de un viejo Lada ruso dependiera el destino de la Revoluci贸n o el futuro del socialismo.
Hace meses me confirmaron que "todo est谩 listo para lo de los traspasos de carros". Ahora me cuentan que ya hicieron las nuevas matriculas, habr谩 solo una de empresa y otra particular. Desaparecen las de la FAR, MININT, Prensa Extranjera, etc.
"Todo est谩 listo" pero no se aprueba. Dicen que sigue el debate porque algunos compa帽eros presionan para que solo se autorice el traspaso entre cubanos e insisten en que se proh铆ba a los ciudadanos comprar un autom贸vil en el concesionario.
La negociaci贸n pol铆tica mediatiza y enlentece dram谩ticamente el proceso de reformas. En manos de los delegados al Congreso est谩 destrabarlo pero dif铆cilmente lo lograr谩n si prentenden satisfacer a todas las tendencias del Partido.
No se trata de decidir si se cambia o no, la vida en la isla ya ha cambiado. M谩s all谩 de la voluntad de los comunistas cubanos, los pobres son cada vez m谩s pobres y los bur贸cratas m谩s ricos a costa del sacrificio de los dem谩s.
La batalla entre unos y otros es desigual. La burocracia ejerce su poder tras un entramado de leyes, circulares, resoluciones y normativas que limitan la libertad de acci贸n de los campesinos, los trabajadores por cuenta propia y los intelectuales.
Su poder reside justamente en decidir qui茅n compra un autom贸vil, qui茅n se muda de casa, qu茅 cultiva un campesino, qui茅n viaja o cu谩nto paga de licencia un cuentapropista. Y de ese papel de "Gran Hermano" proviene tambi茅n su dinero sucio.
Tratar de mantener leyes arcaicas para evitar que surjan nuevos ricos es in煤til porque estos hace a帽os que viven entre nosotros. Pero los comunistas cubanos s铆 pueden decidir en su Congreso qu茅 sectores se beneficiar谩n en el futuro.
Vender insumos a los cuentapropistas, tractores a los campesinos, veh铆culos a los transportistas y barcos a los pescadores sin dudas generar谩 riqueza pero esta ir谩 a los bolsillos de los trabajadores e incentivar谩 la producci贸n.
De lo contrario seguir谩n enriqueci茅ndose los mismos de siempre, los que en vez de crear riquezas las roban, "el funcionarismo autocr谩tico" del socialismo que describ铆a Jos茅 Mart铆, advirtiendo que "abusar谩 de la plebe cansada y trabajadora".
Es de esperar que los delegados al Congreso tengan muy presente la dram谩tica alerta lanzada por su Segundo Secretario: "O rectificamos o se acab贸 el tiempo de seguir bordeando el precipicio, nos hundimos".