Finaliz贸 la segunda visita papal a Cuba sin sorpresas, Benedicto XVI no dej贸 dudas sobre cu谩l es la apuesta de la Iglesia Cat贸lica, por falta de tiempo no se reuni贸 con las Damas de Blanco y dem谩s disidentes pero tuvo espacio en la agenda para ver a Fidel Castro.
Por mucha irritaci贸n que despierte entre el anticastrismo dentro y fuera de la isla, lo cierto es que el Papa no hace m谩s que continuar la tradici贸n iniciada en el 2008 con la visita del Secretario de Estado del Vaticano, Tarciso Bertone.
Las homil铆as de Benedicto XVI fueron tan generales que podr铆a haberlas dicho en cualquier parte del mundo. Si hizo hincapi茅 en algo fue en la necesidad de potenciar la espiritualidad y en lograr nuevos espacios sociales para la Iglesia Cat贸lica.
Insisti贸 en que se les permita participar en la ense帽anza, tal y como lo hac铆an antes de 1959. El propio Fidel Castro estudi贸 en un colegio de jesuitas, a pesar de lo cual despu茅s de la Revoluci贸n los convirti贸 en centros de ense帽anza p煤blica.
Este es uno de los temas m谩s dif铆ciles de solucionar porque la educaci贸n en Cuba es gratuita y est谩n escolarizados el 100% de los ni帽os. Adem谩s, en las escuelas cubanas la formaci贸n acad茅mica va acompa帽ada de la siembra de ideas socialistas.
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Cuba vivir谩 pronto su segunda visita papal y muchos se preguntan por qu茅 esta peque帽a isla recibe tales privilegios de Roma si, al fin y al cabo, la iglesia cat贸lica cubana no tiene el arraigo popular que se ve en otros pa铆ses de la regi贸n y del mundo.
Es m谩s extra帽o porque el l铆der hist贸rico de la revoluci贸n fue excomulgado en 1962 y todav铆a hoy permanece fuera del reba帽o del Se帽or. Al parecer el Vaticano no le perdona a Fidel Castro su conversi贸n del catolicismo al marxismo ateo.
Sin embargo, tanto el Comandante como Juan Pablo II fueron capaces de saltar por encima de ese oscuro detalle del pasado y convirtieron la primera visita de un Papa a Cuba en un evento que benefici贸, de una u otra forma, a ambas partes.
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Hace una semana me llam贸 un buen amigo para pedirme ayuda con el fin de denunciar el caso de una funcionaria "acusada injustamente por la fiscal铆a, torturada salvajemente en la Seguridad del Estado y condenada a 10 a帽os de prisi贸n por los tribunales".
La historia me pareci贸 interesante y unas horas despu茅s estaba sentado frente a una mujer de 40 a帽os, atractiva y en茅rgica, que atropelladamente me contaba los pormenores de su caso, ligado al grupo de funcionarios corruptos de la aviaci贸n civil.
Trat茅 de que organizara los hechos cronol贸gicamente para as铆 poder entender mejor su relato. En pocas palabras, se podr铆a resumir en que fue condenada por recibir US$10 mil de un empresario extranjero poco despu茅s de cerrar un negocio con 茅l.
Tras ser acusada directamente por la misma persona que le trajo el dinero, la Sra. en cuesti贸n confes贸 a la polic铆a que hab铆a recibido esa cantidad pero asegurando que se trataba de un simple regalo, sin que mediara ning煤n intercambio de favores.
Adem谩s me cuenta que firm贸 la confesi贸n tras ser torturada en Villa Marista, sede de la Seguridad del Estado. Le ped铆 varias veces que me relatara cu谩les fueron las torturas a las que hab铆a sido sometida pero nunca entraba en detalles.
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Mercado agropecuario de La Habana. (Foto: Raquel P茅rez)
Hoy, mientras recorr铆a los puestos del agromercado, repletos de frutas y vegetales, algo me hizo retroceder los a帽os 90, cuando la distribuci贸n de alimentos era monopolizada por el Estado a trav茅s de mecanismos tan estrictos como ineficientes.
Cocinar siempre fue mi hobby pero en aquellos tiempos era un verdadero dolor de cabeza, cuando me vend铆an ajo no hab铆a cebolla y al aparecer 茅sta se perd铆a el aj铆 pimiento, nunca pude elaborar un plato con todos sus ingredientes.
En medio del tr贸pico era casi imposible encontrar frutas como la naranja, la pi帽a, el mango o la guayaba. El pl谩tano nunca desapareci贸 del todo pero al cabo de un par de a帽os de consumirlo en exclusividad me sent铆a un hombre mono.
Los que ten铆amos veh铆culo 铆bamos al campo a comprarles a los campesinos pero regres谩bamos a la ciudad como traficantes de drogas, esquivando a la polic铆a para evitar el decomiso de los boniatos que celosamente escond铆amos en el maletero.
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Emigrados cubanos rindiendo honores a Jos茅 Mart铆 en el Parque Central de La Habana. (Foto: Raquel P茅rez)
Cuando llegu茅 a Cuba, se promov铆a en Washington y Miami la Ley Torricelli con el objetivo de recrudecer el Embargo de EE.UU., siguiendo el viejo esquema de agudizar la crisis para empujar a los cubanos a alzarse contra el gobierno.
Al final la pol铆tica de confrontaci贸n, basada en las acciones del poderoso vecino del norte, sirvi贸 para fortalecer la mentalidad de "plaza sitiada" y la propaganda convirti贸 a EE.UU. y al exilio en "responsables de todos los males" que sufri贸 la gente.
Los enemigos de Castro perdieron una oportunidad de oro para ganarse el coraz贸n de sus compatriotas en la isla. En aquel entonces hubiera sido suficiente levantar el bloqueo a las ventas de medicinas y alimentos para cambiar su imagen.
Desde los a帽os 60 la apuesta por la confrontaci贸n viene siempre acompa帽ada de rocambolescos an谩lisis pol铆ticos o econ贸micos sobre el inminente fin de la Revoluci贸n.
Nadie sabe cu谩ntas veces han repetido que "ahora s铆 se acaba".
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