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Los menores de edad pueden participar en los programas y publicaciones de la ´óÏó´«Ã½ como actores, entrevistados, invitados, protagonistas de un hecho e, incluso ocasionalmente, como productores o periodistas. Pero la participación de los niños debe tratarse con sumo cuidado y de acuerdo a las leyes y los derechos que los protegen. Con frecuencia, resulta difÃcil hallar el equilibrio preciso entre los intereses del menor, sus padres o representantes y el público. Sin embargo, en cualquier paÃs que opere la ´óÏó´«Ã½, sus periodistas y productores deben tomar en cuenta y proteger el bienestar de los niños. "¿Entonces yo soy el reportero?" - Lourdes Heredia, corresponsal de la ´óÏó´«Ã½ en Washington "Hola, yo me llamo Lucas y éste es el hospital donde vivo". Asà iniciaba un pequeño reportaje sobre los niños con SIDA que hice en Argentina. En realidad, cuando mi editor me pidió un programa sobre la problemática del VIH/SIDA en Argentina nunca me imagine que harÃa algo sobre los niños enfermos. Es más, si alguien me lo hubiera propuesto, habrÃa cuestionado la idea inmediatamente. ¡A quién se le ocurre!, con lo difÃcil que es hacer un programa con niños, más aún cuando hablamos de un tema tan delicado. Sin embargo, cuando investigué sobre el problema del SIDA en Argentina, descubrà que el mayor contagio del VIH se producÃa de las madres a los hijos. Ése, entonces, serÃa el tema del programa. El hospital Primero hablé con varias asociaciones, grupos de familiares y médicos con la esperanza de llegar a alguna madre que me contara su testimonio. Es asà que comencé a visitar un hospital de niños, primero sin ningún plan de hacer una nota, pero para conocer más de cerca la situación. Asà llegó el dÃa de la entrevista con el médico general, quién se habÃa negado en un principio a participar en el programa. Le pregunté si podrÃa entrevistar a alguna madre o sà podrÃa hablar con un niño. Creo que le sorprendió mi pedido, pero me dijo que lo llamara en una semana. Cuando lo llame, me pidió que llevara el micrófono. La sola idea de entrevistar a los niños me causaba sentimientos encontrados. ¿Era necesario en mi programa tener la voz de estos chicos? ¿No estaba sobrepasando los lÃmites? "Tomaron las riendas" Todos estos temores y dudas se esfumaron una vez que los niños "tomaron las riendas". Quizá exagero, pero eso fue lo que pasó. Yo querÃa que ellos me contaran su historia, a través de sus ojos y, sobretodo, querÃa evitar influirlos con mis preguntas. Por eso decidà darle el micrófono a Lucas y le dije claramente lo que querÃa. "Lucas imagÃnate que yo soy muchas personas y queremos conocerte mejor", asà sin más. Él tomó el micrófono, que parecÃa enorme en sus manos, y lo miró por varios minutos en silencio. De repente, con una gran sonrisa me dijo: "¿Entonces yo soy el reportero?". "SÃ", le dije,"tú eres el reportero". De la mano Asà comenzó toda la historia. Me llevo de la mano a presentarme a su amigo (que estaba en cama con suero en su brazo), y luego al comedor donde habÃa más chicos. Le preguntaba a sus compañeros cosas que él querÃa saber como "¿que les gusta comer?", "¿quién es el mejor futbolista?". Cuando Lucas se cansó de preguntar, le paso el micrófono a una niña de 4 años, que primero quiso cantar una canción y luego aprovechó para preguntarle al doctor algo que quizá nunca se habrÃa atrevido: "¿Cuantos años tiene?". "¡Uyyy!" respondió en broma, "sólo tengo 30 años". Incluso una niña le preguntó a una de las enfermeras "¿qué es lo más difÃcil de tu trabajo aquà con nosotros?". En fin, éste es uno de los programas más lindos que he "hecho" en mi vida. Y digo "hecho" porque no hice nada. Sólo acompañe a los niños reporteros, que pasaron una tarde inolvidable jugando, mientras nos enseñaban a miles de personas sus vidas. |
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