Sólo
una cosa no hay: es el olvido...
Jorge Luis Borges
El presidente baj贸 del auto acompa帽ado por tres militares de evidente
alto rango y camin贸 hacia el monumento que coronaba una descomunal
bandera de la Rep煤blica Oriental del Uruguay. Me vio, trat贸 de reconocerme,
me salud贸, y yo aprovech茅 para preguntarle sobre las voces de otros
reporteros y los hombros de su escolta:
-Presidente, 驴qu茅 les dir铆a usted en esta fecha a los familiares de
los uruguayos desaparecidos durante el gobierno militar?
Luis Alberto Lacalle se detuvo. Me mir贸 con algo parecido al odio
o al desprecio. Mascull贸 algo que parec铆a un insulto. Sigui贸 caminando
de cara al sol hacia donde m谩s militares lo esperaban para conmemorar
a los ca铆dos en la lucha contra la subversi贸n, mientras algunos de
mis colegas me reprochaban la temeridad de haber mencionado a los
desaparecidos, sobre todo en un d铆a como ese d铆a, y me advert铆an que
retar as铆 a un presidente puede ser peligroso.
Horas m谩s tarde, cuando comentaba el incidente con mis amigos en nuestro
bar favorito en Pocitos, Montevideo, me vino de golpe la certeza de
que mi pregunta era leg铆tima, y de que hab铆a hecho bien en plante谩rsela
a Lacalle ese d铆a y en esa situaci贸n. "Despu茅s de todo, alguien tiene
que responder", les dije o me dije en voz alta. Luego, por una cosa
o por otra, a todos se nos olvid贸 el incidente.
Seis a帽os, dos presidentes y varios domingos despu茅s confirm茅 que
no me hab铆a equivocado. El Pa铆s de Espa帽a anunciaba que por
fin hab铆a aparecido la nieta del poeta argentino Juan Gelman, presuntamente
secuestrada en Uruguay poco despu茅s de nacer en 1977, cuando su madre
era cautiva de los militares.
Ciertamente emocionado, porque adem谩s muchos amigos m铆os son uruguayos,
trat茅 de hablar con el poeta, con el abogado del poeta, con la familia
del poeta. Pero el poeta vive en alg煤n lugar de Am茅rica Latina (probablemente
M茅xico), y el abogado del poeta no devuelve las llamadas. Habl茅 con
la ex esposa del poeta, Berta Schubaroff, que desde hace tiempo es
una de las Abuelas de la Plaza de Mayo.
Do帽a Berta -voz suave y firme en la distancia que separa a Londres
de Buenos Aires- contuvo mi entusiasmo. Me advirti贸 que los familiares
de un desaparecido no pueden darse el lujo de celebrar antes de que
se compruebe sin duda la identidad de una persona, porque la alegr铆a
prematura puede transformarse en una tristeza doblemente profunda
ante el desenga帽o.
"Voy a esperar el resultado de los ex谩menes antes de alegrarme", sentenci贸
do帽a Berta, la abuela potencial de una joven de veintitr茅s a帽os que
-pase lo que pase- ya decidi贸 seguir viviendo con su familia adoptiva,
la familia de un polic铆a uruguayo que muri贸 hace alg煤n tiempo.
M谩s all谩 del caso Gelman, sin duda publicitado gracias al prestigio
del poeta, hay otros casos similares dentro y fuera del territorio
suavemente ondulado de Uruguay.
"El descubrimiento de la nieta de Gelman -si es en verdad la nieta
de Gelman- prueba que hay documentaci贸n, que hay evidencias de casos
similares, me dijo Jorge Barreiro, analista pol铆tico del semanario
montevideano Brecha. Pero la voluntad pol铆tica del gobierno de Jorge
Batlle parece no ser suficiente para indagar la suerte de los desaparecidos
fuera del pa铆s...
"Muchos uruguayos desaparecieron en Argentina", explica Barreiro,
lo que servir铆a para demostrar la complicidad del gobierno militar
de Buenos Aires y la eficacia de la Operaci贸n C贸ndor presuntamente
coordinada por la Dina del enfermo Augusto Pinochet. La curiosidad
del gobierno uruguayo parece no llegar tan lejos.
Pese a eso, Batlle ha ofrecido declarar legalmente muertos a los desaparecidos,
para que las familias puedan cobrar pensiones y seguros, y ha llegado
a declarar que el Estado uruguayo est谩 dispuesto a indemnizar a los
familiares de las v铆ctimas, en un reconocimiento sin precedentes de
la responsabilidad que pudieron haber tenido las instituciones del
pa铆s en ese delito, com煤nmente asociado a la tortura y el asesinato.
Los familiares de las v铆ctimas se niegan a aceptar la muerte de sus
seres queridos por decreto, porque quieren saber qui茅n, cu谩ndo, c贸mo,
d贸nde, por qu茅 desaparecieron hombres y mujeres que pensaban diferente
de los militares, y porque quieren que los militares que dieron las
贸rdenes asuman su responsabilidad y paguen sus culpas, si las tienen,
a pesar de que la mayoría de los orientales decidió
en referendo eliminar la pretensión punitiva del Estado.
Como en Argentina y en Chile, en Uruguay todav铆a hace falta explicar
muchas cosas. Han pasado tres presidentes desde el 煤ltimo gobierno
militar, pero no ha pasado mucho m谩s. Como en Argentina y en Chile,
en Uruguay parece haber tambi茅n una voluntad de dar por cerrado un
cap铆tulo negro de la historia del pa铆s. Pero -como en Argentina, como
en Chile- en Uruguay hay quienes no est谩n dispuestos a olvidar f谩cilmente.
Ellos, como quienes le preguntamos a Lacalle, como quienes le preguntaron
a Julio Mar铆a Sanguinetti, tendr谩n todo el derecho de interrogar al
presidente Batlle cuando puedan:
-Presidente, 驴qui茅n se llev贸 a nuestros vivos, a d贸nde, cu谩ndo, por
qu茅, por qu茅...
Y mientras no haya respuestas seguir谩 habiendo preguntas.
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