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Clones y extraterrestres Ya todos olvidaron la lejana tarde en que Claude Vorilhon Ra毛l vio con asombro la aparici贸n de dos peque帽os extraterrestres que no s贸lo le revelaron el origen de nuestro mundo sino que adem谩s lo nombraron su representante entre nosotros. Yo s茅 esa historia porque el propio Ra毛l la cont贸 antes de que la fuerza p煤blica lo sacara del Sal贸n Azul de la Intendencia de Montevideo una noche de 1994, entre las protestas de una muchedumbre que estuvo a punto de lincharlo cuando se sinti贸 estafada. Esa noche aguardamos pacientemente a que apareciera el personaje: un ex periodista que experiment贸 en las monta帽as la presencia de seres de m谩s all谩, y a帽os despu茅s quiso cobrar una suma que de todos modos ser铆a exagerada por el relato de aquella ocasi贸n, anunciada como "El secreto de los ovnis: la verdad revelada", y termin贸 convirti茅ndose en una farsa que culmin贸 con la intervenci贸n de la polic铆a y el descontento y la furia de quienes hab铆amos esperado durante horas para saber, por fin, el qu茅 y el por qu茅, y el c贸mo y el cu谩ndo de los platillos voladores. Lo que Ra毛l -un hombre de mediana edad, de mediana estatura, barbado y vestido de blanco- nos dijo se puede condensar as铆: los extraterrestres hac铆an experimentos con cosas vivas en su planeta, pero lleg贸 un momento en que la preocupaci贸n de sus gobernantes fue mucha y les ordenaron buscar un lugar deshabitado en el que pudieran continuar con sus pruebas; hallaron la Tierra y la poblaron con seres de todos tama帽os y formas, y con la participaci贸n de los artistas extraterrestres dieron forma y color a cuanta cosa fue posible. Como vieron que lo creado era bueno decidieron tambi茅n nombrar cada tanto un representante suyo en la faz del planeta (Mahoma, Buda, Cristo, Quetzalc贸atl, son algunos de ellos) que sirviera como punto de enlace entre esta vida y las otras, m谩s all谩 de las estrellas. Ra毛l, que antes de ser elegido era periodista deportivo, es el m谩s reciente de los delegados extraterrestres y su vocero actual. Y Ra毛l predic贸 entre los hombres y estableci贸 su iglesia, que tiene como direcci贸n apartados postales en Estados Unidos, Canad谩 y Suiza, y cada a帽o premia a sus mejores disc铆pulos con una ceremonia que consiste en que el mensajero de los extraterrestres posa su mano en la cabeza de los escogidos y env铆a a las estrellas su c贸digo gen茅tico para que los creadores de la vida en la Tierra lo repliquen y la vida aqu铆 se convierta en la vida m谩s all谩, por los siglos de los siglos. El tiempo, que todo lo cura, se encarg贸 de que se me olvidara la imagen de Ra毛l escoltado por la polic铆a uruguaya poco despu茅s de que el representante de los extraterrestres sugiri贸 que nuestros creadores vendr谩n pronto y merecen que se les construya -cada quien puede cooperar con lo que sea su voluntad- una embajada en Israel para que se alojen ah铆, y reciban ah铆 a los representantes de gobiernos y reinos de este mundo. Pero el jueves, cuando volv铆a de un merecido viaje por los valles de Yorkshire y sus lluvias y sus vientos, v铆 en el peri贸dico que Ra毛l y los suyos ofrecen los servicios de su iglesia para clonar humanos. El plan es re-producir a una ni帽a de diez a帽os que muri贸 a consecuencia de un error m茅dico, y cuyos padres tienen el medio mill贸n de d贸lares que cuesta el experimento si bien carecen de la resignaci贸n que ayuda a entender que la vida empieza y termina inexorablemente... "Es cosa de d铆as", anunci贸 a la prensa hace poco Nadine Gary, vocera de la empresa ra毛liana Clonaid, encargada del proyecto. Y lo m谩s probable es que as铆 sea, aunque no faltar谩 quien piense que con esta clonaci贸n se inicia la manufactura de seres humanos sobre pedido pese a que nadie sabe con precisi贸n qu茅 es lo que va a salir. Y no parece haber nada que impida a los ra毛lianos clonar a la ni帽a, porque no hay ley que lo prohiba ni corte que lo sancione, cuando menos hasta el momento. El 煤ltimo obst谩culo -impuesto m谩s por la naturaleza que por decisi贸n humana- es que no es f谩cil que los embriones clonados (cuando menos los de animales) lleguen a feliz t茅rmino. Pero los obst谩culos pueden dejar de serlo: el propio Ra毛l anunci贸 en septiembre en Montreal que hay cuando menos cincuenta mujeres de su iglesia dispuestas a llevar los clones en sus vientres hasta que uno de ellos nazca. El peligro, sin embargo, es que la nueva industria produzca pesadillas en vez de hacer realidad los sue帽os. O que el mensajero de los extraterrestres se clone a s铆 mismo y termine poblando otro planeta. O 茅ste. |
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